29 sept 2010

Para reflexionar: "El problema del hambre en el mundo contemporáneo"


Imagen extraida de: http://socialismoinformatico.blogspot.com/2008/10/el-hambre-que-no-se-puede-ocultary.htm

“Si se quiere controlar a los países, debe controlarse el petróleo; y si se quiere dominar a las poblaciones, deben controlarse los alimentos”

Henry Kissinger

En el año 2004 Jean Ziegler, declaro que el hambre era un «genocidio silencioso» y un «crimen contra la humanidad», consideró que los esfuerzos internacionales para eliminar la desnutrición habían fracasado. En vísperas de la Jornada Mundial de la Alimentación, Jean Ziegler, afirmó que 100.000 personas mueren cada día de hambre y sus consecuencias, a pesar de que los datos del Programa Alimentario Mundial (PAM), indican que hay suficientes recursos para alimentar a 12.000 millones de personas, dos veces la población actual del planeta. Un año después del último informe sobre el hambre en el mundo (FAO, 2005) se vislumbró que el planeta sigue con más de 800 millones de estómagos vacíos, una cifra que se reduce al ridículo ritmo de seis millones de personas por año. En el año 1996 la última cumbre fijó que en el 2015 el objetivo era reducir a la mitad la población afectada, una fecha que la FAO se ve obligada a retrasar ahora nada menos que 60 años, de seguir al ritmo actual. En esta situación nadie cree posible alcanzar la cifra de 20 millones de personas que cumpliría con las promesas del 96.

Entonces, cabe preguntarnos ¿Cómo puede entenderse que en el sistema político actual de las globalizaciones de los pactos, como lo es el de las Naciones Unidas, con una declaración universal de los derechos humanos, que implica solidaridad y cooperación como un deber de humanidad, exista hambre en segmentos ampliados de la población? ¿Qué explica que el desarrollo tecnológico actual en la producción de bienes y servicios alimentarios permita excedentes estructurales de alimentos en los países desarrollados y escasez al mismo tiempo en los países atrasados o en los países con problemas de baja capacidad institucional? ¿De qué manera explicar que el trigo milenario asiático de Kubanka escasee allí, pero le permita a Estados Unidos en Arkansas tener el cinturón triguero más dinámico del mundo? (Gutiérrez, 2008). Las raíces del hambre del siglo XXI y las respuestas a estos interrogantes hay que buscarlas en la exclusión y en la marginación de pueblos enteros, en una injusta distribución de los recursos, en las políticas agrarias y comerciales internacionales que anteponen los intereses de los grandes mercados a la satisfacción de las necesidades más básicas del ser humano y en la no realización del derecho a la alimentación como derecho humano fundamental, proclamado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y que, como tal, entraña obligaciones, hoy no cumplidas, para todos los gobiernos, y una responsabilidad colectiva para la sociedad en su conjunto (Senovilla, 2006). Además, las soluciones que se han venido buscando para erradicar tal problema se han ido distorsionando y encaminando hacia la consecución de otros objetivos, por ejemplo, las grandes políticas agrarias del siglo XX se concibieron para garantizar la seguridad alimentaria y erradicar los problemas de hambrunas de las poblaciones Europeas tras las grandes guerras mundiales.

Hoy en día, sin embargo, las políticas agrarias se conciben junto con el comercio como un fin en sí mismo y no como un medio de intercambio entre personas, colectivos o empresas que permita garantizar la resolución de la problemática del hambre (Bartra, 2008). Esto, en la práctica, se traduce en que los alimentos no tienen como objetivo principal la alimentación de las personas hambrientas, sino que sus destinos son tan variopintos como por ejemplo la alimentación del ganado de las granjas de Europa para producir después carne o lácteos que se consumen en Europa o se exportan a países del sur en muchos casos subsidiados; ó últimamente la producción de agro-combustibles que también ha degradado la alimentación a un segundo plano, es decir:

“la inequidad en las políticas de fomento y de subsidios encarece mucho más los alimentos, y con la competencia actual de industrias de los combustibles por las fuentes alimentarias del maíz, el trigo, la soja, la palma africana, la remolacha y en general de bienes sagrados de la alimentación humana, con el fin de producir biocombustibles, se atenta mucho más sobre acceso y adquisición por parte de los demandantes humanos, por el crecimiento de los precios y la especulación futuros que se hace en las bolsas y mercados” (Gutiérrez, 2008: 74).

Como ejemplo, tenemos los casos de Argentina y Brasil que poseen pampas húmedas, se vuelven despensas en la producción de granos y de carnes. Desde el siglo XIX Argentina abastecía una buena parte de la demanda de trigo y de carne de los europeos. Era de tal magnitud la productividad de estas tierras nuevas que se traía en barcos desde Italia mano de obra para recolectar las cosechas y después se devolvía. La industrialización que siguió a la producción básica agropecuaria hizo que este país fuera en el año de 1927 el octavo en ingreso per cápita en el mundo. Hoy junto con Brasil y Canadá reinan en el mundo de los commodities con la soja. “Este renglón productivo aliado con los desarrollos transgénicos de semillas y procesos, junto con el maíz y otros cereales se convierten con el aceite de palma en insumos disputados por la industria de los biocombustibles, para extraer etanol de mezcla con las gasolinas y diesel de origen fósil, es decir, con el petróleo” (Gutiérrez,2008: 78 ). Estos renglones de exportación se agregan a los usos de la caña azucarera y los potenciales fuertes de la yuca, la remolacha y en general a materias primas de origen vegetal que servirán para cumplir los propósitos de recomposición de las industrias de combustibles.

La demanda por estos commodities ha hecho subir los precios de estos alimentos en manera grave. Según los últimos reportes de la FAO (2008), el trigo ha subido el 130%; el arroz, el 74%; la soja, el 87%; el maíz, el 53%; Henry Kissinger (citado en: Gutiérrez, 2008) decía que “Si se quiere controlar a los países, debe controlarse el petróleo; y si se quiere dominar a las poblaciones, deben controlarse los alimentos”. Los recientes problemas de precios exagerados del petróleo revelan el ambiente especulativo en las bolsas de Nueva York y de Chicago emuladas por las otras bolsas capitalistas. Las dependencias de este hidrocarburo en la economía norteamericana hacen que las operaciones de guerra y de alianzas para la defensa se asimilen a necesidades de la seguridad nacional. El consumo de 22 millones de barriles diarios, de los cuales solo 6 millones se producen internamente, explica las urgencias de protección de las fuentes de abastecimiento en Oriente tanto para los Estados Unidos como para sus socios, Canadá, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia. Las perspectivas de reemplazar en un 10% estos consumos de combustibles fósiles por mezclas con carburantes de origen vegetal hacen que se especule en el mercado con los granos y los commodities, simplemente haciendo operaciones virtuales para hacer escasear artificialmente estos alimentos (Bartra, 2008). Por ejemplo, en Tailandia, una tonelada de arroz valía hace 5 años 198 pesos, hace un año, 323 pesos, y en abril de 2008 subió más del 200%, a 1.000 pesos ó en Haití el saco de 50 kilos de arroz ha doblado su precio en una semana de marzo de 2008, y la coordinadora de organizaciones de agricultores y ganaderos en España ha denunciado que los consumidores pagan 600% más de lo que reciben los productores de arroz (Gutiérrez, 2008).

La pérdida del rumbo en los programas promovidos para mejorar la situación del hambre en el mundo y el aumento de las cifras de ésta, se deben a la poca voluntad política y a la poca inversión de los recursos necesarios para que la lucha contra el hambre sea eficaz. Según Vivero et al. (2007), para conseguir la eficacia de los programas, se necesita un compromiso efectivo no solamente de los gobiernos, sino también de todos los actores sociales (públicos, privados, instituciones financieras internacionales y organismos internacionales) que tienen que unirse en una Alianza Internacional contra el hambre para generar la necesaria combinación de voluntad política y medidas prácticas.

Aunque en la actualidad mueren cientos de personas por hambre, este hecho no se debe acreditar a la poca producción de alimentos (como se ha señalado anteriormente dicha producción es suficiente para alimentar dos veces la población del mundo), tampoco al alto índice de crecimiento demográfico. Como ha sido argumentado en este aparte, el hambre se debe a las grandes fallas sociales, económicas y políticas que han pervivido en el tiempo hasta el día de hoy. Aunque mucho se ha polemizado a cerca de la falta de alimentos, es inconcebible que en pleno siglo XXI el problema en vez de disminuir aumente en proporciones alarmantes, todo por el egoísmo y avaricia de unas cuantas naciones y el poco compromiso de organizaciones y demás actores que supuestamente se encuentran involucrados en la disminución de las cifras de hambrientos. La problemática de la falta de alimentos se perpetúa cada vez más y solo se erradicará cuando los hombres nos hagamos conscientes de que este no es problema de unos pocos, más bien, es problema de todos.



Bibliografia

Bartra, Armando (2008).” El fin de la fiesta. El fantasma del hambre recorre el mundo”. En: Argumentos, Vol. 21, Núm. 57 mayo-agosto. Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, pp. 15-31. Disponible en http// redalyc.uaemex.mx/pdf/595/59511124002. Pdf.

FAO (2005). El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Seguimiento de los avances en la consecución de los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y de los Objetivos de desarrollo del Milenio. Roma: FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación Disponible en http://www.fao.org/docrep/fao.

FAO (1998). The right to food in theory and para ctique. Roma.

Gutiérrez, Jaime (2008). “La crisis alimentaria mundial o el Tántalo mitológico. Las políticas públicas para alcanzar la soberanía alimentaria y el metaderecho humano a no tener hambre, por lo menos en Colombia”. En: Novaetvetera: Revista de la Facultad de Investigaciones de la ESAP- derechos Humanos, No 61, pp. 73-91.

Morales González, Juan Carlos (2006). El hambre al servicio del neoliberalismo. Ediciones Desde Abajo, Bogotá.

Senovilla, Hernán (2006). La paradoja del Hambre. Tres de cuatro hambrientos son campesinos ¿por qué? Derecho a la alimentación. Madrid-España. Disponible en: http://admin.isf.es/UserFiles/File/DOSSIER%20INFORMATIVO%20LA%20PARADOJA%20DEL%20HAMBRE.pdf.

Ziegler J. (2004). The special Rappoteur on the Right to food. ED: United Nations/ FAO, Roma. Disponible en www.fao.org.


Andrés Felipe Pérez

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